EL MUNDO DE LA MÚSICA. CAPÍTULO VI (1)
La música del Barroco (1620-1720)
La palabra barroco procede del francés “baroque”, que
significa irregular, retorcido, asimétrico. Surgió como reacción a las líneas
clásicas del Renacimiento, sin embargo, en algunos aspectos, el nuevo estilo,
no supuso algo más que una desviación del renacentista. Se aplicó, en
principio, a la arquitectura y a las artes decorativas donde el espíritu
era totalmente distinto. Las líneas rectas, la placidez del espacio y la
proporcionalidad del conjunto fueron sustituidas por columnas retorcidas con
una intensidad de movimiento, con una expresividad y un sentimiento de
autoafirmación individualista.
En música, la relación entre Renacimiento y Barroco es, en cierto modo, la
misma que entre el Románico y el Gótico, pero en un nuevo nivel y en otra
época. En el periodo de transición del renacimiento al barroco, se compuso
música genuinamente barroca. En la historia de la música, se considera que el
Barroco comienza a principios del siglo XVII, porque muchas de las características
que definen este estilo surgieron en aquella época.
Estas características son: mayor expresividad; creciente
protagonismo de la música instrumental; desarrollo de nuevas formas
profanas de danza y poesía, y una mayor conciencia de la armonía funcional
como principio organizador de la música.
El Barroco surgió en Italia y se expandió hacia el norte,
generando una gramática y sintaxis nuevas. La educación musical durante el
Barroco se basaba en una tradición oral y otra escrita. La notación musical era
más bien parca en detalles, dejando las cuestiones sobre articulación,
ornamentación e incluso qué notas se debían tocar, a la experiencia y habilidad
del intérprete. Eso suponía conocer las reglas y los gustos musicales, sujetos
a los cambios. La improvisación era normal. Los intérpretes añadían todo tipo
de efectos no anotados, desde trinos y pequeñas adiciones, hasta pasajes
enteros de creación propia.
Este periodo fue la época del gran auge de la música instrumental en el
nuevo estilo polifónico para una combinación de varios instrumentos. Estas
circunstancias propiciaron el advenimiento de la Escuela Veneciana, que
tuvo gran importancia en el desarrollo de la música polifónica instrumental y
en las nuevas formas instrumentales. La forma de las obras instrumentales
barrocas era la polifónica, que pronto se convertirían en el lenguaje común de
la música culta del siguiente siglo y en adelante.
El bajo continuo era fundamental en la música barroca.
Consistía en una voz grave siempre presente que acompañaba a una o más
voces agudas, manteniendo un pulso constante, delimitando y apoyando el ritmo.
Eso daba a los instrumentistas y cantantes la estabilidad que necesitaban para
jugar con la música, pues podían alterar la duración de algunas notas –Rubato-,
para luego volver a reunirse con el bajo continuo. Para tocar
con bajo continuo se recurría a cualquier instrumento que estuviera disponible.
El clavecín era una opción muy apreciada, así como el laúd o la tiorba. Se
solía agregar un instrumento de cuerda frotada como el violonchelo o la viola
de gamba. El bajo continuo se consideraba un arte, exigía a los músicos un buen
sentido rítmico, así como una buena comprensión de la armonía y de la
conducción de voces.
En la polifonía instrumental y la monodia vocal con acompañamiento de bajo
continuo se desarrollaron simultáneamente, favoreciéndose la una a la otra,
además de crear nuevos géneros musicales: el concierto, la cantata, la
ópera y el oratorio, se fundaron sobre los principios de la expresión
y de la emoción. La ópera representaba la realización del deseo barroco de la
expresión diversificada, pues trataba todas las emociones posibles y permitía
la oposición de elementos dramáticos, musicales y visuales.
Las formas de composición orquestal fueron las suites, el <<concierto
grosso>> y, en conexión con la ópera, la obertura y
la sinfonía. También, se escribieron tocatas,
variaciones y fugas para órgano; y se componían danzas y
otras piezas pequeñas <<canzoni>> para
clavicordios y clavicémbalos, que constituyeron los cimientos de un verdadero
estilo orquestal. .
Especialmente importante es el desarrollo de la sonata en
su forma más antigua, pieza instrumental en oposición a la cantata, cuyos
movimientos tenían un marcado carácter de danza; luego evolucionó en otra forma
más decidida, en la que sólo se daban indicaciones del<<tempo>> para
cada movimiento de las obras instrumentales. Como las suites para
orquesta o teclado, la forma sonata sufrió la influencia de
los preludios operísticos, que constaban de tres movimientos: uno rápido, otro
lento y un tercero rápido –sinfonía -, o al revés: uno lento, otro
rápido y un final lento otra vez - obertura francesa.
El concierto surgió a partir de la oposición de dos
fuerzas musicales <<solo contra tutti>> que había
abierto la música coral de finales del siglo XVI. En los <<concerti
Grossi>>y otras composiciones orquestales, los matices musicales se
obtenían por el contraste de timbre de los diferentes grupos de instrumentos,
equivalentes a los claro-oscuros, luces y sombras, típicos de la pintura
barroca.
La cantata solista, sacra o profana, también se
basaba en el principio de las fuerzas opuestas, de la variedad de estados
emocionales y de la expresión declamatoria directa.
La fuga procede de la polifonía vocal y es la
manifestación técnica y artística más madura y libre de la escritura
contrapuntística. Pueden diferenciarse dos grupos: la fuga libre,
en las que las imitaciones de las partes se sucedían; y la fuga
escolástica, cuya composición es de estructura fija e imperturbable.
La ópera surgió como una ramificación
del oratorio sacro, género en el que se representaban historias bíblicas
mediante recitativos y arias, diversas formas orquestales y coros dramáticos.
La ópera representaba el deseo barroco de la expresión, pues trataba todas las
emociones posibles y permitía la oposición de elementos dramáticos, musicales y
visuales.
El nacimiento de la ópera se engendró en una academia florentina
la <<Camerata Bardi>>, formada por un grupo de
compositores, entre los que se encontraban: Giulio Caccini, Vincenzo Galilei
(padre de Galileo) y Piero Strozzi, que se reunían en la casa de Giovanni
di`Bardi. Todos ellos entusiastas de la música griega antigua con la que
buscaban expresar el tono natural y los acentos del lenguaje hablado, a través
de la monodia, en una obra cantada en su totalidad.
Se dice que, en el seno de este grupo, nació la ópera, pues aquí, en
1598, vio la luz la primera ópera: Dafne, libreto de Octavio
Rinuccini y música de Jacobo Peri.
Durante los siglos XVII y XVIII, las escuelas italianas de Roma, Venecia y
Bolonia, llevaban la voz cantante. Las escuelas de Venecia y de Bolonia
convirtieron a estas ciudades en la Meca para músicos y cantantes.
En Venecia era habitual el mecenazgo y la publicación de obras musicales,
ambos aspectos servían de carta de presentación para los músicos de talento. En
la ópera veneciana predominaba el canto solista que completaban con
escenografía mecanizada y acompañamientos orquestales de unos pocos
instrumentos de cuerda y dos clavecines. Uno de los centros de la escena
musical veneciana fue la basílica de San Marcos, donde los músicos no estaban
sujetos a las imposiciones de Roma y podían desarrollar en libertad el género y
el estilo que allí no eran bien recibidos por el Papa.
En Bolonia, la vida musical se apoyaba en academias dirigidas por
músicos profesionales que daban una formación teórica y práctica a sus
miembros, en su mayoría jóvenes de la nobleza. Entre todas ellas
sobresalió la Filarmónica, fundada en 1661, donde sus miembros se
reunían para escuchar y analizar la nueva música. También se distinguió por la
instrucción musical práctica, especialmente por el canto.
Aunque durante el siglo XVIII fue la ópera el género que dominó la escena
musical italiana, la música instrumental no dejo de experimentar un desarrollo
sin precedentes. El auge de la edición musical en Amsterdam, París y Londres, y
las publicaciones musicales, permitían evocar las actuaciones de óperas y
conciertos que se abrían cada vez más a sectores de la sociedad, propiciando, a
finales del siglo XVII, un cambio esencial en el estatus de la música
instrumental.
A principios del siglo XVIII, fue significativo el surgimiento de la ópera
cómica<<bufa>>, cuyo origen se halla en Venecia, en la
conjunción entre el libretista Pietro Pariati, los compositores Francesco
Gasparini y Tomaso Albinoni, y el bajo cómico Giovanni Battista Cavana. La
ópera bufa incorporó algunas de las reformas establecidas por la Accademia
dell’Arcadia, en lo referente a la simplificación del argumento, pero
sus caracteres se basaban en personajes de la vida real, no en dioses ni
héroes, y las melodías eran simples y poco ornamentadas. La ópera bufa más
relevante fue La Serva Padrona (1733), de Battista Pergolesi,
que con sus personajes falibles y verosímiles se convirtió en el paradigma del
tratamiento musical y argumental del género bufo.
Esta fue una época rica en teóricos musicales que
proporcionaron a la ópera una moderna base intelectual y filosófica.
Entre ellos, los más relevantes fueron Apostolo Zeno y Pietro Metastasio. Ambos
reconocían la función social de la ópera como proveedora de una cultura
“elevada” y el medio para el ejercicio de la crítica social y, por ende,
como instrumento para la transmisión de la educación moral y civil. Los dos
pertenecían a la influyente <<Accademia
dell’Arcadia>>, que propugnaba la idea clásica de las unidades
de tiempo, lugar y acción en el teatro, y ambos decidieron que los argumentos
debían estar exentos de elementos cómicos y mágicos, donde la música debía
ejercer un papel secundario al servicio del texto. Esos patrones dominaron la
ópera seria hasta el final del siglo XVIII. Albinoni y Vivaldi pertenecen
ya a la nueva generación de compositores que los relevó.
La fuerza instrumental de los dos grandes maestros del
barroco alemán, Juan Sebastián Bach y Händel, se combinaba con la pureza
y claridad de los compositores italianos y las formas elegantes y cortesanas de
los franceses. De las fugas de Bach se pasa a las líneas melódicas de Scarlatti
y Haydn, como en la pintura voluptuosa y rotunda de Rubens al refinado
género bucólico de Watteau.
Así se entra en una nueva época: El Rococó
Así se entra en una nueva época: El Rococó
Academia de Santa Cecilia
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