EL MUNDO DE LA MÚSICA, Capítulo X y (3) El Romanticismo
La Ópera en el siglo XIX
La mayoría de las
óperas que se representan y seguimos escuchando datan del siglo XIX, cuando el
género era muy popular. Tras el mordaz humor de la ópera italiana, la
grandilocuencia de la ópera francesa, o la pasión calculada de los dramas
musicales wagnerianos, la ópera romántica fue el vehículo perfecto para
expresar las ideas románticas más profundas y las más tontas.
La ópera italiana
se representaba en todas las ciudades europeas. Italia siguió siendo la fuerza
dominante de la ópera decimonónica. A Rossini le sucedió Vincenzo
Bellini, cuya ópera Norma
tanto se representa aún hoy. Donizetti y su célebre ópera Lucía de Lamermoor - basada en una obra de
Walter Scott - es otra ópera frecuentemente representada. Pero quien representa
el cenit de la ópera italiana, con la profundidad dramática cada vez más
realista, es Giuseppe Verdi.
A finales del
siglo XIX, cuando Giacomo Puccini (1858-1924), sucesor de Verdi, se inició en la
composición, la ópera italiana estaba en franco declive. Desde los
esplendorosos días de Rossini, Donizetti y Bellini, se habían producido
incontables obras, muchas de las cuales estuvieron sólo unas noches en cartel
antes de olvidarlas para siempre. Con las notables excepciones de Mefistófele de Arrigo Boito, y de Verdi
que ya componía sus últimas óperas, parecía que los genios italianos de la
ópera se hubieran extinguido.
Pero en la década
de 1880, Puccini estrenó en Milán Le
Villi, su primera ópera que obtuvo un gran éxito. En cambio no ocurrió lo
mismo con la segunda Edgar, cuya
música era débil, y el libreto de Fontana aún más. Cuatro años más tarde el
estreno de Manon Lescaut representó
un triunfo absoluto que redimió al autor y lo colocó en el camino hacia la
gloria. A ésta le siguieron, La Bohème, una de sus obras más famosas;
Tosca, cuyo aria Recóndita alegría hace que la ópera sólo se recuerde por ella; Madame Butterfly; La fanciulla del West – basada
en la obra The Girl of de Golden West
de Belasco - presentada el Metropolitan Ópera House de New York, con Enrico Caruso y Enmy Destinn, causó
sensación.
En 1918 completó
una serie de tres óperas en un solo acto, conocidas como el Tríptico. Por último, su ópera Turandot
donde Puccini logró una combinación casi
perfecta de melodía y profundidad, y defendió la idea del verismo, es decir, realismo operístico. Turandot contiene una de las arias más célebres y queridas del
repertorio: Nessum dorma (que nadie se
duema).
En Francia, en la
primera mitad del siglo XIX, el estilo de ópera preferido en París fue la <<Grand Opera>>. Constaban de cinco
actos y, por lo general, contenían ballets con una coreografía compleja y
elaborada. En la actualidad, rara vez se representan por su longitud y por la
enorme dificultad de sus partes vocales. A partir de mediados de siglo,
compositores como Charles Gounod con Fausto,
y Bizet
con Carmen, ganaron popularidad y
celebridad.
En los países
germánicos el <<Singspiel>>
- texto hablado combinado con música - seguía siendo el estilo más apreciado.
El ejemplo más conocido es, sin duda, <<La flauta mágica>> de
Mozart. <<El cazador furtivo>>
de Carl María von Weber, famosa por su riqueza melódica y su orquestación,
estrenada en 1821, representó un gran avance en la ópera cantada en alemán,
pero es, sin duda, Wagner el máximo representante de la ópera alemana.
Aunque en otros
países no se produjeron tantas óperas como en Italia o Francia, si urgieron
nuevas tradiciones operísticas donde la influencia de la Europa Occidental se
combinó con temas nacionalistas y colores locales. El idioma checo está representado
por Smetana
y Leos
Janácek, quien compuso óperas célebres como “La zorrita astuta” y “Katya Kabanova.
La ópera rusa fue
la primera que atrajo la atención en occidente gracias a las obras de Mijail
Glinca, quien se basó en cuentos populares rusos para componer óperas
italianizantes como “Una vida por el zar”
y “Ruslán y Ludmila”. Glinca fue determinante para el surgimiento de la
ópera rusa, pues a finales del siglo XIX, casi todos los compositores rusos: Chaikovsky,
Mussorgsky, Borodin y Rimsky-Korsakov, contaban al menos
con una ópera en su haber.
Academia Santa Cecilia
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