EL MUNDO DE LA MÚSICA. CAPÍTULO -XI. Compositores del Romanticismo y (5)
Johannes
Brahms (1833-1897)
Nacido en
Hamburgo, su padre Johann le enseñó música desde muy niño, aprendió a tocar el
violín, el violoncelo y la trompa; y a los siete años empezó a tocar el piano.
Luego fue discípulo de Eduard Marxen
quien supo desarrollar las singulares facultades del muchacho. A los dieciséis
años, ya como un consumado pianista, dio su primer concierto. Estando de gira
como pianista acompañante del violinista húngaro Eduard Reményi, Brahms comenzó
su carrera de compositor, aunque antes, durante sus años de formación con
Marxen, ya había hecho algunos arreglos de grandes éxitos de óperas. En 1853
fue a Düsseldorf con una carta de presentación para Robert Schumann, quien lo
recibió calurosamente y quedó cautivado por su música, tanto que éste lo
declaró el sucesor de Beethoven y le animó a concentrarse en la composición. En
un artículo que escribió, acerca de él, en la revista Neue Zeitschrift für Musik, titulado “Neue Bahnen” (Nuevos
caminos) decía esto:
<<Ha llegado un hombre joven a cuya cuna
dieron guardia las Gracias y los Héroes. Su nombre es Johannes Brahms>>.
En 1857, Brahms
fue nombrado profesor de la casa principesca de Lippe-Detmold, lo que le
permitió dedicarse ininterrumpidamente a la composición. En 1859 terminó una de
sus obras más hermosas: Concierto para piano y orquesta en Re menor. En 1863 abandonó Hamburgo para instalarse en
Viena, ciudad cuya alegre vida no tardó en amar, y así lo expresó en los valses
y las danzas húngaras que escribió en honor de su nueva patria. En Viena
encontró uno de sus más cálidos defensores en el famoso crítico Hanslick,
merced a su ayuda alcanzó una posición importante en la vida musical de la ciudad.
Allí aceptó, primero el puesto de director del renombrado coro Viener Singverein, y más tarde el de
director de la Sociedad de Amigos de
la Música.
Su primer gran
éxito fue el Réquiem alemán, escrito
sobre textos bíblicos seleccionados libremente. En contraste con la tendencia
de su tiempo, amaba la polifonía y utilizaba de manera admirable todas sus
posibilidades, pero el desdén de Brahms por cualquier extremismo le llevó
también a evitar en lo posible el cromatismo y a conservar el sistema diatónico.
A pesar de todo esto, Brahms no era anti-romántico. En muchas de sus canciones
sencillas y profundamente poéticas y en la tradición del romanticismo alemán es
el sucesor de Schubert y Schumann. El espíritu de su música es romántico aunque
nunca escribiera música de programa. El sentido de la forma, tan fuertemente
desarrollado en Brahms, se advierte incluso en sus primeras obras que
corresponden a su época más romántica.
Se negaba a
deslumbrar a sus oyentes con alardes orquestales que exigía el gusto de sus
contemporáneos, y expresaba su oposición a la música nueva diciendo: <<Que los demás hagan la música que quieran.
Mi maestro es Beethoven>>.
Brahms es una tremenda personalidad, una
fuerza musical fascinadora y distinta, un compositor que pone en su música
tanto de su temperamento que alcanza el más alto rango. Sus primeras
composiciones suscitaron violenta oposición entre los músicos conservadores.
Sus ritmos libres, su estructura melódica asimétrica y su sincopación les
sorprendieron tanto como su modo de expresión intelectual que, incluso en sus
conciertos, no dejaba resquicio al virtuosismo o la bravura. Brahms llevó un
aspecto de la música y un modo de expresión a su culminación final, y como
Bach, significó la conclusión de una época. En Viena, Brahms compuso sus más
grandes obras, como el magnífico Quinteto de cuerda y piano en Fa menor Op.34 y las cuatro Sinfonías.
Brahms no se
aventuró en el campo de la sinfonía hasta que alcanzó la madurez, pues aunque
el primer tiempo de su primera Sinfonía en Do menor se remonta a 1855, la dejó en el cajón, y por mucho que sus amigos
le acuciaban a continuarla, Brahms les contestaba:
<<Nunca compondré una sinfonía. No tenéis idea
de lo que siente un hombre como yo, cuando camina tras un gigante como Beethoven>>.
En el verano de
1874 volvió a trabajar en serio en la sinfonía, y en octubre de 1876 se estrenó
en Viena. El director alemán Hans von Bülow, contemporáneo de Brahms, dio a
esta sinfonía el sobrenombre de la Décima,
por considerarla una continuación y una consecuencia de la Novena de Beethoven. Como ésta termina en Do mayor, la de Brahms termina también con un brillante final en Do sostenido.
§ Sinfonía
nº2, en Re mayor, Op.73, es la más
alegre y la más cálida de las sinfonías de Brahms, alguien la ha llamado su Sinfonía “Pastoral”.
§ Sinfonía
nº3, en Fa mayor, Op.90, para Clara
Schumann era un idilio campestre, para Joachim representaba la leyenda griega
de Hero y Leandro. El director Hans Richter llamó a esta sinfonía la “Heroica”.
<<es
sobrecogedora, totalmente original, enteramente nueva, con una individualidad
tan firme como una roca. Desde el principio al fin posee una energía
inigualable>>.
(Hans
von Bülow).
De las sinfonías de Brahms, J. Henderson dice:
<<Sus métodos se oponían siempre a cualquier
cosa que se acercara a alardear de efectismos. La fuerza de sus sinfonías
radica en la nobleza de sus temas, en la perfección de su arquitectura y en la
indescriptible maestría con que crea las modulaciones>>.
Conciertos:
§ Nº2, para
piano en Si bemol, Op.83
§ Para violín
en Re mayor, Op.77
§ Para violín,
violoncelo y orquesta, en La menor, Op.102
En los conciertos
para piano de Brahms, la mayor parte de los elementos de virtuosismo y bravura
desaparecen, y el instrumento solista se convierte en una parte del todo
sinfónico. Esto ocurre en su Concierto
nº1 en Re menor, Op.15, que se
aproxima tanto a la forma sinfónica pura, que muy bien puede llamársele “sinfonía para piano y orquesta”.
-
El Concierto nº2 en Si bemol mayor, Op.83, difiere del primero en que tiene cuatro
tiempos. En él el compositor llega más lejos en la fusión del piano y la
orquesta, y a menos que el pianista tenga una pulsación extraordinaria, el
piano puede ser borrado por la orquesta.
-
El Concierto para violín en Re mayor, Op.77, en un principio se
planteó en cuatro movimientos, pero
durante la composición desapareció el Scherzo
y quedaron los movimientos: I.- Allegro
non tropo. II.- Adagio. III.- Allegro giocoso, ma non tropo vivace.
-
El doble Concierto para violín y violoncelo, en La menor, Op.102, fue la última obra que
compuso para instrumentos solistas y orquesta.
Música de cámara:
§ Quinteto
para clarinete y cuerda, Op.115
§ Quintetos
para cuerda, en Fa y en Sol, Op.88 / 111
§ Cuartetos
para piano y cuerda en Sol menor, Op.25/ en La, Op.26/ y en Do menor, Op.60
§ Trío para
piano, violín y trompa, en Bi bemol, Op.40
§ Trío para
piano, clarinete y violoncelo, en La menor, Op.114
La música de
cámara fue un modo de expresión particularmente grato a Brahms. La más íntima
de todas las formas musicales para su temperamento y para su puro y limpio
estilo. Se sentía en terreno firme en una forma que consiste en la hábil
explotación de ideas y posibilidades tonales, en las que el elemento puramente
intelectual es decisivo, y el uso imaginativo de la destreza técnica es
condición básica. El Quinteto con piano
en Fa menor, Op.34, es una de las obras maestras de la música de cámara del
siglo XIX.
Gustav Mahler (1860- 1911)
Compositor austriaco, nacido en Kalist (Bohemia). Tras el nacimiento, sus padres, de origen judío, se mudaron a Iglau, pequeña ciudad checa con una intensa vida cultural. Allí recibió lecciones de piano y armonía con excelentes músicos locales que hicieron de él un destacado pianista, ofreciendo su primer recital a los diez años. Recuerdos musicales de Iglau dan color a sus Lieder y a sus sinfonías.
En 1875 ingresó
en el Conservatorio de Viena donde estudió composición y piano con Bruckner, y
adquirió algo de experiencia en dirección de orquesta antes de graduarse. La
influencia de Bruckner se advierte en toda su obra. De ese periodo sólo
sobrevive un movimiento de su Cuarteto
con piano. Ya en 1880 dio a conocer su primera composición de importancia: Das Klagende Lied (la canción del lamento),
una cantata a gran escala, pues incluye una gran orquesta, solistas, coro e
incluso un grupo instrumental fuera del escenario. Cuenta una historia de amor,
pérdida, asesinato y magia basada en un poema del propio compositor.
Ese mismo año,
pese a su escasa experiencia, comenzó una carrera de director de orquesta que
le dio, en vida, mucha más fama que cualquiera de sus polémicas composiciones.
En 1888 fue nombrado director de la Ópera de Budapest, y siete años más tarde
alcanzó la cima de su carrera como director de la Ópera Imperial de Viena. No tardó en ser considerado como
uno de los más grandes directores de orquesta de su tiempo, respetado y
admirado por Brahms y Richard Strauss.
Sus
obras más conocidas:
§ Sinfonías:
El Adagietto de la 5ª sinfonía, empleado como lamento en la
película de Visconti Muerte en Venecia,
es una elocuente demostración de amor por su mujer Alma Schindler, bella e
inteligente compositora.
§ Canciones:
§ Canciones:
§ Lieder
eines fahrendem Gesellen
§ Des Knaben
Wunderhorn (El cuerno mágico)
§ Kindertotenlieder
Academia de BB.AA. Santa Cecilia
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