CENTELLEO DE ESTRELLAS


Esto de escribir artículos con periodicidad da lugar, a veces, a curiosas y agradables anécdotas. Y, desde luego, más aún cuando se trata de un tema tan extendido y popular como lo es ‘el tiempo’. Ayer bajaba la calle Luna, una señora a la cual conozco de vista de toda la vida, me paró y me hizo una pregunta sobre las estrellas centelleantes, quería saber si cuando las estrellas parpadean indican algo en relación con el tiempo que hará en los próximos días. Intenté ganar un poco de tiempo para pensar la respuesta y le dije que le agradecía muchísimo que fuese lectora de mis escritos. Respondió que no se perdía ninguno, cosa que le volví a agradecer con la mejor de mis sonrisas. Le conté que no soy meteorólogo, y que mis conocimientos son de lecturas y de afición, lógicamente, todo ello, aleado con mis conocimientos de física. En plan charla de calle le comenté, a la amable mujer, que lo más cerca que había estado nunca de un meteorólogo fue en una conversación ─muy interesante por cierto─ con Julio Marvizón que fue durante muchos años el especialista en el tiempo de “Canal Sur” y, además, gran especialista en asuntos de la “Sindone”, la Sábana Santa o Santo Sudario. Ella comentó que había sido una fiel seguidora de José Antonio Maldonado en televisión y que todavía lo escucha en la radio; le expliqué que yo lo recuerdo de la facultad de Sevilla, era un estudiante de varios cursos superiores al mío, de esos a los que los principiantes mirábamos con admiración, respeto y una pizca de envidia, pero nunca tuve ocasión de hablar con él.

     Mientras charlábamos informalmente iba escarbando en mi memoria para encontrar algún material con el que dar cumplida respuesta a su pregunta. Recordé que las estrellas que vemos parpadear fuertemente son una indicación de buen tiempo al igual que una abundante niebla matinal o una rociada importante.
     ─”Mañanita de niebla, tardecita de paseo”, ¿no? ─comentó sonriendo.
     ─Sí, justo. También las estrellas que vemos parpadear indican una atmósfera limpia, sin rastros de nubes ni brumas que entorpezcan la luz que de ellas nos llega. Las estrellas realmente no parpadean, sino que parecen hacerlo cuando las observamos desde la superficie de la Tierra, las estrellas centellean en el cielo a causa de nuestra atmósfera; al menos esa es la teoría más extendida. Cuando la luz de las estrellas entra en nuestra atmósfera, ésta es afectada por los vientos que hay en ella y por las áreas con diferentes temperaturas y densidades. Esto provoca el parpadeo. Toda luz procedente del espacio exterior se ve afectada por la denominada “turbulencia atmosférica”.
     ─¿Y los planetas no parpadean? ─preguntó interesada.
     ─Realmente todos los materiales celestes centellean, pero desde nuestra perspectiva no lo notamos con los planetas. La explicación es que las estrellas son más sensibles a las turbulencias al estar a gran distancia, y su luz nos llega como un pequeño punto, algo que no sucede con los planetas por estar más cercanos a nosotros. Desde luego se trata, en este caso de un efecto óptico que nos viene muy bien para distinguir en la noche las estrellas de los planetas.
     En ese instante percibí el potente vozarrón de mi amigo casi al lado de mi oreja izquierda:
     ─¡Menos mal que te encuentro! Quiero me digas algo de la ‘ola de calor’, ¿queréis un café?
     No tardamos en aceptar su invitación.
     La señora, de la cual aún no sabía el nombre, dijo:
     ─Es verdad, ese tema está muy de moda, ¿habrá varias olas de calor en agosto?... Dicen que sí, que habrá unas cuantas.
     ─Pues no lo sé ─respondí─. Esto de las olas también está muy sujeto a manipulación mediática y basta que suban un par de días las temperaturas para que haya pregoneros anunciado mortíferas ‘olas de calor’ y hablando del apocalipsis del cambio climático. Perdonadme, pero soy un poco escéptico con todo esto.
     ─¿Nos podrías explicar cómo se produce una ‘ola de calor’?
     Pilar, así se llama la mujer, también puso cara interrogante:
     ─Creo que en el verano las olas de calor se generan en el momento que un anticiclón de bastante potencia permanece, más o menos, sobre una misma zona varios días y la radiación solar continua provoca un sobrecalentamiento de la atmósfera. Pienso que también se producen cuando soplan vientos cálidos de procedencia tropical varios días seguidos. Se trata de un asunto de especialistas, poco puedo añadir yo.
     ─Pero para declarar una ‘ola de calor’ no basta que en un periódico, o en la televisión, digan que hay una ola de calor, ¿no? Habrá algún criterio más serio o más científico ─dijo mi amigo.

     ─Tienes toda la razón, es cierto. En España, la AEMET que es la Agencia Estatal de Meteorología dice que se considera ‘ola de calor’ un episodio de al menos tres días consecutivos, en que como mínimo el 10% de las estaciones consideradas registran máximas por encima del percentil del 95% de su serie de temperaturas máximas diarias de los meses de julio y agosto del periodo 1971-2000. No hay una definición universal y precisa del término; aunque todos entendemos que se trata de una situación en la que las temperaturas son muy elevadas, que permanece unos días y que afecta a una zona geográfica lo bastante grande. Hay preguntas relevantes que quedan sin respuesta, ¿qué valor tiene que alcanzar el termómetro para poder hablar propiamente de ‘ola de calor’?, ¿cuántos días tiene que durar la situación?, ¿cuánta superficie tiene que ser la afectada?
     Pilar intervino diciendo con buen criterio:
     ─Claro, ahora entiendo el porqué de esa inexactitud que da lugar a interpretaciones un poco extrañas de lo que es una ‘ola de calor’ y por eso muchas veces se exagera sobre el asunto más de la cuenta.
     ─Así es, efectivamente.
     Mi amigo no pudo resistirse a decir la última palabra:
     ─Eso del “percentil” es como lo del peso y la medida de los niños pequeños, ¿no?
                Ignacio Pérez Blanquer
Académico de Santa Cecilia

Comentarios

  1. Tu árticulo de ayer, me encantó, Ignacio. Esa Co versacion sobre las estrellas en la calle Luna, bajo un sol abrasador.se me antoja sensual, Siento el calor, intuyo a la señora, sudando, refescándose con un abanico. Puro estío. Un placer leerlo.

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  2. Aprenderemos Meteorología, te has empeñado...

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