ENCUENTROS EN LA ACADEMIA (362)
UN BROCHE DE ARMONÍA
Hoy, día 28 de agosto, clausura la Academia de Santa Cecilia su tradicional ciclo cultural de Los Martes de la Academia y el Dúo ConCuerda será el orfebre responsable de elaborar el broche de ritmo y armonía que selle melodiosamente las jornadas de 2018.
En el pasado verano de 2017 este
mismo Dúo ConCuerda inauguraba estas actividades de la Academia Santa Cecilia y
entonces hacíamos una amplia referencia a los dos jóvenes valores que lo
componen, Anama Castillero y Juan Miguel Camacho.
La voz acogedora y aguda del
violín de Anama se funde en armoniosa conjunción con la melodiosa voz de
contralto de la viola de Juan Miguel, en un alarde de innovación de lenguaje,
color, temática y formas no acostumbrado en la historia de la música, pero
impulsados, se me antoja, por ese mismo afán de incontenible armonía que
desbordaba a Fray Luis de León cuando le cantaba a Francisco Salinas: “El aire se
serena/ y viste de hermosura y luz no usada/ Salinas cuando suena/ la música
extremada/ por vuestra sabia mano gobernada”.
El Dúo ConCuerda, que cumple ya su
quinto año de existencia, nace de la vocación insumisa de Anama y Juan Miguel
que les ha exigido invertir el capital de su tiempo en la realización de sus
ideales y al que también han entregado su torrencial generosidad, sin eludir
ningún esfuerzo.
Para alcanzar sus objetivos se han
tenido que someter, también y además, a la peregrinación voluntaria y animosa
de pasar por múltiples centros de estudios musicales, por distintos
conservatorios y frecuentar las enseñanzas de un gran número de profesionales
de prestigio nacional e internacional, así como su participación en diversas
Orquestas, tanto Sinfónicas como Filarmónicas y en diferentes Agrupaciones Musicales donde van
capitalizando una enorme experiencia en música de cámara, que les ha permitido
participar en múltiples conciertos y festivales.
Anama dice que recordará “de por
vida” el haber formado parte, durante un año, de la plantilla de la Orquesta
Sinfónica de Euskadi, porque a su vuelta de EEUU, donde se había desplazado
para ampliar y perfeccionar su interpretación de violín, recibe una beca, por
méritos propios, del Centro Superior de Música del País Vasco MUSIKENE, donde
realizó uno de los únicos masters oficiales que existen en España,
especializados en música y estudios orquestales.
Pero lo que nos sitúa en el epicentro
del asombro es que Anama conjuga su preparación musical con su irrenunciable entusiasmo
y, sin duda, con el generoso caudal genético que recibe de sus progenitores y
toma la decisión de reinventarse, según su propia expresión, y decide aunar
música y medicina y convertirse en musicoterapeuta.
Esta profesión socio-sanitaria es
todavía apenas conocida en España, pero es ya su pasión y quiere que sea su
vida.
Por su parte Juan Miguel
Camacho entregado o más bien poseído por los misterios y exigencias de
esa misma vocación musical, a la cual se entrega con el fervor y entusiasmo de
un obseso, realiza un recorrido de aprendizaje y perfeccionamiento similar al
de Anama, al cobijo de su inseparable y amante viola y a su vez, nos añade otro
motivo de admiración que nos hace recordar el genio de Andrés Segovia, quien
llegó a reformar la guitarra y darle su actual estructura clásica.
Juan Miguel Camacho está a punto
de iniciar en Cremona sus estudios de Lutería, en el Instituto Stradivari, cuna
de los más importantes constructores de violines y violas, como fueron Antoni
Stradivari y Andrea Amati.
Para iniciar su nueva y
apasionante andadura Juan Miguel llagará a Cremona bien pertrechado de sus
herramientas, puesto que ya ha construido una viola y esto, sin la menor duda,
es ya más que una promesa.
No puedo terminar esta crónica sin
reseñar que en su concierto de esta tarde el Dúo ConCuerda nos proporcionará
otras sorpresas, pero no puedo desvelarlas, porque las desconozco, pero las
habrá.
Eugenio Martínez Orejas
Socio colaborador de la Academia
Comentarios
Publicar un comentario