ENCUENTROS EN LA ACADEMIA (363)
UN DÉCIMO ASUSTADO
Fui
comprado por una señora que me llevaba guardado, dobladito, en su cartera. Mi
vida en su bolso fue muy agradable. Compartía mi pequeño habitáculo con otros
olvidados papeles y que, por cierto, no me hacía mucha gracia tener por
compañero al ticket de compra del pescadero y del frutero, ¡que siempre hubo clase!
Pero un día mi vida cambió de golpe. Iba yo
dormitando dentro del bolso, en el coche de mi dueña, cuando, de pronto,
abrieron la puerta trasera y me sentí zarandeado y llevado en volandas a gran
velocidad. Así fui durante un rato. Para mí fue un trauma. Psicológico. Al fin,
aquella carrera terminó. Y cuando creía que todo había acabado, vino lo peor.
Aquella persona abrió el bolso y cogió la cartera. Sentí sus dedos buscando
dentro pero no me vio entre tanto papel, que dicho sea de paso, estaban
callados, acongojados. Pues eso me salvó. Vi su cara asombrada al ver el
dinero: ¡sólo cinco arrugados euros! Cogió el billete, se enfadó y localizó el
teléfono móvil que estaba en el bolsillo interior, y se lo guardó. Arrojó el bolso a lo lejos, entre unos
matorrales, y oí cómo se alejaba a todo correr.
¡Y vino la noche! Todos estábamos muertos de
miedo: las llaves temblaban (se oía su “clic, clic), la barra de labios se
quitó el capuchón que la agobiada y se
puso a llorar. Fue un escándalo pues chorreaba pintura y fue perdiendo su
aspecto parisino del que presumía a todas horas. La cajita de Juanolas abrió su
trampilla y salieron sus pastillas todas asustadas y chillando. (Que digo yo
que a dónde iban; estaban mejor todas juntas, tan pequeñitas ellas). Pero, oye,
en esos momentos no se piensa… Los bolígrafos y el lápiz asomaron sus cabezas
por uno de los bolsillos, y las que más serenas se hallaban eran las gafas, que
salieron de la funda y dijeron:
-Silencio, haya calma y estudiemos la
situación! (Yo no sé de quién habrían aprendido eso, porque mi dueña, de calma,
más bien nada).
Allí salió uno de mis compañeros, el ticket
del pescadero, que cuando se movía soltaba efluvios marinos podridos y dijo:
-Muy bien hablado, señora. Aquí hay gente
importante y de mundo que seguramente sabe lo que hay que hacer. Hay tarjetas
de banco y carneses; con que dejemos que hablen ellos. Y ¡ojo¡ ¡hay un décimo
de lotería de Navidad! Y él sí que estará preocupado pues faltan ocho días para
que los niños canten. La exclamación
fue unánime: ¡Ohhhh!
Salí tímidamente de entre todos los papeles
y cuando asomé una punta, me aplaudieron todos.
La tarjeta dorada de RENFE preguntó:
-¿No te han visto los ladrones? Pero si eres
dinero. Mira que si toca…
El
DNI dijo que tenía que salir del bolso como fuera y que por favor, que alguien
le recogiera, porque era muy importante. ¡Tenía información vital!
Aquí
me entró el nerviosismo; ¡no podía hacer nada! Estábamos en un lugar solitario
pues no oíamos voces y, seguramente, pasarían días sin que nos vieran.
Así fue. Pasaron seis hasta que una mañana,
un golpe seco y brusco nos sacudió. Alguien había encontrado el bolso y lo
tanteaba con el bastón. Una de las cajitas pastilleras dijo que había oído un
perro olisqueándonos. ¡Nos echamos a temblar!
El dueño del bastón dijo:
-¡Quieto, Pipo! Ahí no puedes mear, que lo
ensucias.
Un suspiro de alivio salió de todos nuestros
compungidos corazones. El señor recogió el bolso y nos llevó bien protegidos
bajo su brazo, y al ratito oí cómo hablaba con otro señor que dijo ser “el
policía de la puerta”, con lo que supe que estábamos en la comisaría.
Por la tarde nos devolvieron a nuestra
dueña, que lo primero que dijo después de saltar de alegría fue:
-¿Están mis gafas y mi décimo?
Lo preguntó en ese orden. Ya, ya sé que no fui el primero en importancia, pero es que las gafas eran graduadas y mi dueña veía fatal, que si no…
Lo preguntó en ese orden. Ya, ya sé que no fui el primero en importancia, pero es que las gafas eran graduadas y mi dueña veía fatal, que si no…
En
fin… ¡Otro día os digo si salí premiado!
Laurentina Gómez Rubio
Socia colaboradora de la Academia
Tini eres genial. Qué bonito!!!
ResponderEliminarPrecioso. Y meritorio como cuento, en el aspecto literario.
ResponderEliminarEn mi opinión.
¡Qué maravilla de relato! Enhorabuena Sra.
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