ENCUENTROS EN LA ACADEMIA (366)

EL ARTE DE LA POESÍA

Es difícil presentar a alguien al que su modestia le niega ser conocido, sí, es difícil no dejarse tentar por la vanidad, hurtando al buen gusto, la posibilidad de disfrutar de una poesía de mucha esencia.

Hoy, descubrimos, al poeta, filósofo, socio de nuestra Academia, D. Eugenio Martínez, al que agradecemos intensamente, su colaboración y apoyo a la Academia, participando en nuestra sección "Encuentros en la Academia". Y lo haremos, con la sencillez que le caracteriza.


Estudió en los Agustinos de El Escorial, Humanidades y Filosofía, hecho que consigue hacerle brotar un ansia por la escritura, alimentada, en el periodo de filosofía, por una ardorosa y crepitante competición literaria, participando en la edición de un periódico mural y una revista que se había convertido en un auténtico certamen.
Sus deseos de escribir empezaron a irse deslizando por entre las celosías de sus deberes laborales, como profesor, realizando algunas colaboraciones en revistas y periódicos locales y regionales, a la vez que iba poblando de sonetos, romances, haikus y otros poemas los anaqueles de sus armarios.
En el reposo de su jubilación este archivo de poemas y un terrible golpe emocional, modificaron sus actitudes y valores ante la vida dando origen a su primer libro de poemas, "Huésped conmigo", publicado en 2013, el cual agrupa en sus 163 páginas los acordes de una sinfonía deseadamente intimista. La versificación se enmarca dentro de la observancia y respeto a los cánones tradicionales del metro y la rima.
A veces, un poema, es suficiente para alumbrar la sombra y devolver al tedio cotidiano el brillo y el temblor de la belleza.
EN EL PANTEÓN DE SAN ISIDORO.

Tu le ceñiste el cerco a la memoria
en esa extraña unión de muerte y vida:
Postrer morada de la voz dormida
en piedra muda y en silente gloria.

Tu le pusiste limite a la historia
en tus oscuras tumbas redimida
y de gastados rezos revestidas
le entregas tu labor expiatoria.

Encierras de los siglos el sonoro
silencio de altas voces que ordenaron
a las lanzas, las picas y a la espada

y el silencio embalsamas el tesoro
de los aires y brisas que agruparon
tanta gloria en tus muros congregada

Los sonetos del poemario “Huésped conmigo” son un canto al cálido sentimiento de la sinceridad, que es lo único que nos reposa.

Además ha escrito, “Desde la caverna sin distancia”, un poemario que consta de 1270 versos, donde homenajea al filósofo griego, Platón y su “Mito de la caverna”, e indica la situación en que se encuentra el ser humano respecto del conocimiento. Eterniza lo efímero y convierte lo eterno en momentáneo, ahondando en la esencia, que nos permite vislumbrar cuanto de perdurable habita en cada ser.

                        El aire los ahoga y los sustenta
                        en el magenta-añil de la caverna.
Alguien dirá que tiene esta frontera
un cerco de silencio en sorda persistencia,
la esquina de los sueños, límite de la nada.
El fulgor tenue de oscilantes lámparas
les acerca la imagen de un diorama,
en su inerte y sumisa intransparencia
y en un mismo manual hoy, ayer y mañana,
mas no como si fuesen obras de humanas causas.

Es la región del tedio en su crepúsculo
donde habitan las formas en gris húmedo
con un aire forzosamente impuro.
Figuras y grafitis ingeométricos,
con sus combinaciones de artífice proteico,
asolan sus abismos.
                                Gestos desamparados
como bocetos de un antiguo barrio
vistos con ojos de un escarabajo.

Pero no hay caso para un fin sin nada.
Todo se purifica y acrisola en la fragua.

En mudo soliloquio congelado en la bruma
el tiempo desconoce sus lagunas
que también el espacio desdibujan
y no late el asombro del que a los dioses busca,
ni tantas ansias no nacidas nunca...
Tiene, actualmente, en fase de corrección un nuevo poemario dedicado, para arrancarlos del torbellino del olvido, a distintas formas de composiciones como la sextina provenzal de Arnaut Daniel o el Pantoum orientas, como una renovadora significación de imágenes pretéritas.

Sospecho que he vulnerado su modestia intelectual.

Una vez publicado, es de justicia, darlo a conocer:


La lectura de este poemario me ha proporcionado la placentera satisfacción de resolverme distintas curiosidades que su solo título me había suscitado
La primera de ellas me la genera el hecho desconcertante de que los mitos de la Caverna y el de Er, descritos por Platón en su República, se conviertan en fuente de inspiración para un género de escritores a los que el filósofo había arrancado de las entrañas de su república ideal.
Pero mi curiosidad se acrece al advertir el propósito del autor de coligar el desarrollo de la historia de la humanidad con la estructura y el carácter de la doctrina escatológica de Platón, de modo que los hitos realizados por los hombres, que el autor relata en diferentes poemas, parezcan urdido por el huso y la rueca de las Parcas y queden así incorporados, desde Adán hasta nuestros días, al mito de Er y encadenados a los desinformados rigores de la Caverna.
El relato de la bodas de Caná y algunos otros están fuera de este tablero,, permitiendo que en el poema final la alondra dirija al hombre en su oscuro caminar hacia su raíz luminosa.
Además de esta originalidad del poemario, que difiere de los temas al uso, le ayuda también a reforzarla la abundancia de notables aciertos poblados de aromas bíblicos, filosóficos y sociales en el decurso de este viaje que realiza a través de la historia.

Finalmente quiero resaltar que a su riqueza léxica, sin cultismos, le acompaña un notable sentido rítmico que destila con frecuencia una gran musicalidad y un placentero y armonioso cromatismo.

Uno de los poemas:
Desde los siderales y oscilantes sistemas,
desde el vuelo del águila, desde el mar y la tierra…

Supura su armonía por las fuentes Narciso
y Eco desde las rocas se funde sus gemidos.

Le piafan sobre Delfos sus centauros a Edipo
y el caudal de sus ojos le arrebata el Olimpo.

Y aunque siempre mantengan las esferas sus ritmos
crece y pesa el tumulto que propende al hastío.

Y así los dos, “mi hermano, mi semejante hipócrita” 
con tus flores del mal, tus caracolas.


Gonzalo Díaz Arbolí
Académico de Santa Cecilia

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