Mi nieto y el coronavirus de Buján


     Noté que tenía prisa al llegar a mi lado, le hice esperar unos instantes hasta acabar algo que estaba haciendo en el ordenador. Con cierta dosis de excitación me comentó:
     ─Abuelo, ya hay tres casos en Singapur y en Malasia y uno en Canadá.
     No supe a qué se refería y ante mi momento de silencio exclamó:
     ─¡El virus de Buján, abuelo!
     ─¡Ah! ¡El coronavirus de Wuhan! ¡Ya!
     ─¡Y en Francia! ¡Lo tenemos en la frontera!
     ─Bueno, tranquilo, tranquilo, que no nos va a entrar por las puertas ahora. Sí, hace un rato he leído algo de eso pero no me suelen preocupar mucho estas noticias tan exaltadas y, normalmente, sobredimensionadas.
     Creo que no entendió mis palabras muy bien y dijo:
     ─Voy a lavarme las manos.
     Se fue de mi lado y quedé pensativo. La genética es la genética, a mi nieto le pasa igual que a su abuelo, cuando enfocamos la lupa mental en algo que acapara nuestro interés nos volcamos con pasión sobre ello, así hasta que encontramos un nuevo asunto en el que arrojar nuestros entusiasmos. Como todos los niños él tiene sus intereses cotidianos, el fútbol, sus juguetes, su colección de monedas... Pero, de vez en cuando, le asalta un tema que acomete con inusitado ardor. Parece que el coronavirus de Buján (como él dice) es de esos.
     Regresó del lavabo diciendo:
     ─Abuelo, creo que ya hay más de 80 muertos y más de 2.500 personas enfermas, pero no se sabe muy bien, ¿sabes cómo se llama el virus?... Yo lo sé.
     ─He prestado poca atención, pero creo que le llaman “neumonía de Wuhan”, ¿no?
     ─Estas equivocado... Bueno, no. También se llama así, pero es el 2019-nCoV.
     ─Ese será el nombre que le ponen a las etiquetas de los tarritos con muestras del virus ─le dije con un matiz de burla en los ojos.
     No me hizo mucho caso y me explicó muy bien que el foco parecía ser el mercado de pescado y marisco de la ciudad de Wuhan, que es muy grande. También me añadió que el virus se trasmite por contacto con animales y con personas.
     ─¿Por eso te lavas las manos? ─le pregunté.
     ─Sí. Hay que lavarse las manos por lo menos siete veces al día, lo he escuchado en la tele ─respondió rápido.
     Me estaba resultando muy curiosa e interesante la conversación con él, no sé si su fuente de información era únicamente la televisión o también había indagado en Google. Ahora le pregunté de nuevo:
     ─¿Sabes cuáles son los síntomas de ese 2019 “yo no sé qué”?
     ─Abuelo, 2019-nCoV. Síntomas son: mucho cansancio, la gente no se puede ni mover, fiebre y una tos que no es como cuando uno está resfriado, es otra tos, ¿comprendes abuelo?
     Asentí moviendo la cabeza, no quería interrumpirle. Él siguió su perorar:
     ─Y también hay otro síntoma, pero que toda la gente no lo tiene, es como si se ahogan y no pueden respirar bien. No sé cómo se llama eso, una palabra rara.
     ─Pregúntale a mamá, yo no la recuerdo ahora.
     ─Ahora voy, y de paso me lavo las manos.
     Tardó unos minutos en regresar y me repitió:
     ─Abuelo, se llama disnea, me lo ha dicho mamá. ¡Disnea! Eso es que cuesta mucho trabajo respirar y uno se ahoga y los pulmones se aprietan.
     ─¿Y esas máscaras que se ponen los chinos en la boca?
     ─¡Ah! Eso también lo sé. Abuelo, se llaman mascarillas. Mamá tiene ahí, voy a pedirle una y te la enseño. Cuando llegó a la puerta le dije:
     ─¡No hace falta que te laves las manos de nuevo!
     Regresó en un minuto escaso con una mascarilla.
     ─Abuelo, hay que ponerse estas mascarillas o si no tiene uno mascarilla hay que ponerse un pañuelo para tapar la boca y la nariz cuando tose y también cuando se estornuda y se echan virus por la boca. También está prohibido tocar animales y no ir a sitios en donde haya mucha gente.
     ─¿Y lavarse las manos?
     ─Sí. Lavarse las manos siete veces...
Ignacio Pérez Blanquer
Académico de Santa Cecilia



Comentarios

  1. Gripes y coronaviruses... ¡A lavarse las manos! ¡Siete veces! Seis son pocas y ocho es innecesario.

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