Pinturas esenciales. Se soslayan las más obvias, como los frescos de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina; la Gioconda, de Leonardo, o Las Meninas, de Velázquez.
El vídeo final se ha realizado con cuadros esenciales en la historia de la pintura, colocados de forma aleatoria, con el único propósito de serenar el espíritu y deleitarse con su belleza, a la vez que, escuchamos el Nocturno más poderoso escrito para piano, Opus 27, núm. 2 por Frédéric Chopin.
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Se trata de un cuadro de Edward Hopper, artista estadounidense del período modernista, especializado en el retrato urbano; muestra la noche en un bar de New York y sus últimos clientes. La imagen hace patente la soledad de la gran ciudad y de la existencia moderna y se titula “Los noctámbulos”, del mismo autor verán “Grupo de gente al sol”.
Obsérvese la transparencia total y la nitidez que se ven las imágenes situadas tras ellos. Toda la escena está iluminada a través de los cristales y aunque la iluminación indirecta disminuye el efecto de la contraluz, la ausencia de reflejos y de manchas en los cristales, los hace parecer inexistentes.
Comienza el vídeo con la “Laguna Estigia”, del pintor Joachim Patinir, realizado hacia el año 1520. (Estigia era una oceánide, diosa de las tinieblas, (del inframundo de la mitología griega).
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El cuadro representa el tema clásico relatado por Virgilio en su Eneida; la figura más grande de la barca es Caronte, quien “pasa las almas de los muertos a través de las puertas del Hades”. En el lado izquierdo de la pintura está la fuente del Paraíso, el manantial del que surge el río Leteo a través del Cielo: el agua del Leteo tiene el poder de hacer que uno olvide el pasado y concede la eterna juventud.
Como sería muy prolijo describir todos los cuadros del vídeo, solo describimos dos, terminamos con una obra maestra de Roger van der Weiden: "El descendimiento".
La pintura representa un retablo escultórico de figuras policromadas con la iconografía del Descendimiento de Cristo de la cruz. La forma del soporte con el añadido superior, así como la situación de las figuras en una caja de fondo y paredes doradas y las tracerías pintadas en las esquinas, evidencian que se trata de uno de los retablos escultóricos habituales en el siglo XV.
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Antes de 1443. Óleo sobre tabla, 204,5 x 261,5 cm
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Detalle del cuadro. Hacer clic sobre la imagen para ampliar |
Siempre me ha sobrecogido la perfecta composición dispuesta por el artista, el movimiento que genera cada una de la figuras. En el centro, destacan las lineas sinuosas con las que se modelan los cuerpos de la Virgen María y Cristo en su caída, y cuyo paralelismo pone en relación el desmayo de la Madre con el cuerpo muerto de su Hijo y, las expresiones de sus rostros, no hay dramatismo sino belleza. El llanto se revela de manera sosegada en las lágrimas cristalinas que corren por sus mejillas y por último, el color para crear el realismo y cromatismo escénico.
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Gonzalo Díaz-Arbolí
Académico de Santa Cecilia
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