Franz Schubert, genio musical

 


Franz Schubert fue un gran músico nacido en Viena, pianista genial y compositor, con trastorno bipolar, vida disoluta, posible sífilis que, en un brevísimo espacio de su diminuta vida, hilvanó una serie de composiciones que lo colocan entre los genios de la música. La vida de los románticos siempre ha sido muy breve, tal vez por vivirla con enorme intensidad. Murió a la temprana edad de 31 años.

Los cuatro Impromptus del Opus 90, compuestos en el verano de 1827, son quizás las "piezas pequeñas" de Schubert que han adquirido mayor popularidad. De uso extendido ya por aquella época, la "forma" impromptu, se caracteriza por ser completamente libre, es casi una improvisación.
La mano derecha se lleva aquí casi todo el trabajo, con el dedo meñique o "quinto dedo" encargado de la melodía y los demás comprometidos en el acompañamiento arpegiado, que debe mantener, digámoslo así, un "bajo perfil" durante toda la pieza. La mano izquierda sostiene el bajo que en algunos momentos se vuelve protagónico sumando una pequeña cuota de dramatismo en esta pieza esencialmente sencilla.

La versión del maestro Vladimir Horowitz, pianista inseguro de su técnica pero extraordinario por la excitación emocional de sus interpretaciones que hace sentirnos reconciliados con nosotros mismos, y a la vez, percibir los arcanos y variables misterios de la música. Muere con 86 años. En esta grabación tenía 85 años y más que tocar el piano, se diría que lo acaricia.

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Vladimir Horowitz interpreta el Impromptu Op.90 No.3 de Schubert 

El 29 de enero de 1826, se estrenó el Cuarteto de cuerdas Nº 14 en re menor de Franz Schubert, más conocido como La muerte y la doncella.
El cuarteto debe su nombre a su apodo, ya que su segundo movimiento es un tema y variaciones de un movimiento basado en una canción titulada « La Muerte y la Doncella» , una canción que Schubert compuso en 1817 cuando tenía veinte años. La canción tiene como escenario un poema de Matías Claudio, en el que la Muerte viene a reclamar a una adolescente que no está dispuesta a irse en silencio. En la primera estrofa, canta:
¡Pasa, ay, pasa!
¡Vete, esqueleto salvaje! ¡
Aún soy joven, vete, ay, cielos!
Y no me toques.

En la segunda estrofa, la Muerte busca calmarla y disipar sus miedos:
Dame tu mano, bella y tierna criatura;
soy tu amiga y no vengo a castigarte.
¡Ánimo! No soy salvaje;
dormirás plácidamente en mis brazos.

La canción comienza y termina con un pasaje lento, solemne y similar a una marcha, interpretado al piano. Es celestial.

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Cuarteto para cuerda N° 14 en Re menor, D. 810: "La muerte y la doncella" - 1. Allegro

Fuente: Wikipedia, youtube
Publicación: Robert Greenberg
Gonzalo Díaz Arbolí
Académico de Santa Cecilia


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