La alondra ascendente

 


George Meredith
El poema de George Meredith(Portsmouth (Inglaterra), 12 de febrero de 1828 - Box Hill (Inglaterra), 18 de mayo de 1909), The Lark Ascending, (La alondra ascendente), es un himno a la alondra y su canción escrito en coplas tetrámetros rimados en dos largas secciones continuas. Apareció por primera vez en The Fortnightly Review de mayo de 1881.
Es un sentimiento pastoral, devocional. El poema describe cómo "la presión de notas apresuradas" se repite, cambia, trina y repica, y trae a nuestro ser interior un canto de alegría y luz como una fuente que perfora las "brillantes cimas del día". La alegría, la pureza y el deleite desenfrenado de la "voz estrellada que asciende" despierta "lo mejor en nosotros a él afín". El canto de la alondra es el vino que nos lleva con él en la copa de oro, el valle de este mundo: la alondra son los bosques y los arroyos, las criaturas y la línea humana. Los corazones de los hombres los sentirán celestialmente, "mientras no anheles más que el canto".

La voz humana (prosigue la canción) no puede expresar con tanta dulzura lo más íntimo. A diferencia de la alondra, el hombre no tiene tal "canción seráficamente libre / de impurezas de personalidad". En la canción de la alondra, los humanos "millones se regocijan / por dar la voz de su espíritu único". Sin embargo, existen esas veneradas vidas humanas, que se han hecho sustanciales por las pruebas y el amor a la tierra, que, aunque no cantan, se manifiestan como un cántico digno de recibir al cielo. Se eleva en ese puro canto a los cielos más altos y se mantiene allí, de modo que nuestra alma se eleva con la de ellos "a través del olvido divino"llenando los cielos, derramando el mundo de las reservas humanas", elevándose más cerca hacia el silencio.
Estos son algunas estrofas del poema:

Se eleva y empieza a dar vueltas,
deja caer la cadena plateada del sonido
de muchos eslabones y sin fisuras,
en gorjeos, silbidos, transportes y trinos,
que se enredan y se extienden,
como se riza la mar en la marea baja
donde rompen las olas
y los remolinos giran dentro de otros remolinos;
un chorro de notas que corre
tan rápido que no se distinguen unas de otras,
aunque los trinos se repiten cambiantes
y siguen sonando mientras fluyen,
se perciben dulces y son encantadores...
......
Ella es la marcha nupcial del sol y las lluvias,
el baile de los niños, las gracias
de los labradores, la llamada de las prímulas,
y el espectáculo de las violetas fragantes;
todo ello será coronado por la canción circular,
y vosotros podréis escuchar a la hierba y al árbol,
podréis ver lo mejor del corazón de los hombres,
podréis sentir celestialmente, mientras
que no anheléis más que la canción.
Podríamos decirnos en lo más íntimo,
de la forma más dulce, que nuestra voz
nunca fue como esa voz de las alturas

En su llamativo vuelo de cortejo, incansable melodía e incesante aleteo, ascendiendo poco a poco a alturas increíbles sin parar su canción, se deja engullir por el cielo y después se desliza marcha atrás en un dominio absoluto del viento y de las alturas para finalmente girar y caer en un picado vertiginoso, confundiéndose después con el propio suelo.

No podemos resistir a publicar este poema del poeta, portuense de adopción, Eugenio Martínez Orejas.
Estas son algunas de las estrofas del luminoso poema que cierra su segundo poemario: “Hacia la nueva tierra” de una espiritualidad y misticismo que trasciende la religión…

Dirige el curso, en capitán, la alondra
a través de las grietas de las horas,
de espacios palpitantes, de torrenciales norias
hacia la nueva tierra de vides y de aromas…

Al fulgor de la vida no hay gracia que lo iguale,
aunque jamás podamos prolongarle un instante,
porque al gesto solemne de un yo con sus perfiles
el ardor de la frente lo acompaña en sus límites
como domada fiera, como amansado buitre….

Sigue ordenando el curso, hasta el final, la alondra
y al hombre oscuro desde su raíz luminosa.

Pero dirige el curso, en capitán, la alondra
hacia la nueva tierra de vides y de aromas.
Algo ondea en el agua del jardín
que va gritándole a los cielos, sí.

Hacer clic sobre la imagen para visualizar el vídeo
Desde la caverna sin distancia: Dirige en curso, en capitán, la alondra. 
La alondra representa un símbolo de luz y ascensión mística

Para terminar, este idílico romance para violín y orquesta compuesto compuesto por Ralph V. Williams en en 1914, y luego revisado  en 1920.
El violín solista representa a la alondra, "se eleva y comienza a girar" en arabescos altísimos. Una nebulosa armónica en la orquesta y los prominentes solos de viento de madera refuerzan la imagen bucólica. En el medio hay una sección más terrenal, folclórica, y luego la música original regresa, cerrando con el violín dando vueltas estáticamente cada vez más alto y solo, "Hasta que se pierde en sus anillos aéreos/en la luz, y luego la fantasía canta".

Presten atención al sonido del violín solista representando a la alondra
como un símbolo de luz y ascensión mística.
Ralph V. Williams  "La alondra ascendente", Janine Jansen, Royal Abert Hall BBC Proms 2003

Fuentes: Wikipedia, youtube,
Gonzalo Díaz-Arbolí
Académico de Santa Cecilia

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