Paseando con un poeta: José María Gabriel y Galán


Los poetas son de azul, los poetas son del cielo, algunos del mar, del sol, y los hay de rocas y montes. José María era del campo -de un campo azul quizás- de una tierra que no contemplaba, que no veía allí a lo lejos ausente; él la pisaba, la recorría, la padecía. Sentía en ella el olor a amanecer y se complacía, al terminar el día, con el ritmo y el color del ocaso. Palpaba las gotas de la bendita lluvia como si piedras preciosas fuesen, y se disipaban las brumas de su melancolía cuando a sus oídos llegaban los sonidos de un cabritillo que asomaba a la vida. José María no era jinete de galope, amaba a su caballo y ambos disfrutaban del trote corto; le recitaba sus poemas antes de que llegasen al papel en la noche. Su montura se fundía en el silencio para que sólo la voz del poeta resonara en la dehesa. 


Fue su vida -corta vida- esculpida por los sentimientos más que por sus obras. Su trabajo poético rezuma autenticidad y ésta se impone y sitúa por encima de efectismos estéticos o de otras aspiraciones de belleza. Para él, el verso no era otra cosa que palabra viva y sin erosionar. Dámaso Alonso dijo: "La de Gabriel y Galán es una poesía moral, cristiana, descriptiva, retórica, poesía de sentido común, sencilla". A todos aquellos que no saben ver la belleza de monótonos y áridos campos les descubre, un mundo pleno de poesía; de todo era capaz de extraer lo bello, daba igual si se trataba de una sencilla planta al borde de un camino o de un arrinconado y viejo arado reposando sobre un muro de piedra.

Durante algunos años firmó sus cartas con el calificativo de "El solitario", realmente pasó su vida en una especie de voluntario confinamiento; era un hombre lleno de ternura y sentimiento trágico del que parecía no poderse desprender:


 Su palabra poética era palabra viva, de una sencillez que envolvía a las ideas que expresaba y también a los sentimientos que trasmitía, quizás era como una síntesis milagrosa, una gran fusión entre poesía y poeta, él escribía y se describía a sí mismo en lo que le rodeaba y en lo que sentía.


Marchó el 6 de enero de 1905, se fue, con los Reyes Magos... siguiendo también a la estrella de Oriente.
Ignacio Pérez Blanquer
Académico electo de Santa Cecilia




Para poder escuchar la audición sin inconvenientes sigan la instrucción de la siguiente ilustración en el reproductor de arriba:




Comentarios

  1. Gracias por darme a conocer un poeta del que no tenía idea.

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  2. Muy buen artículo y emocionante, pero no he podido escuchar la audición.

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  3. Me ha encantado. Ha sido un paseo delicioso.
    Yo tampoco he podido escuchar la audición.
    Gracias.

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  4. Gracias por la instrucción, ahora he podido verlo perfectamente.

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  5. Gracias por la explicación sobre la audición. Esta vez sí he podido escucharla.

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