ENCUENTROS EN LA ACADEMIA (63)


JUAN BELMONTE (1892-1962)
Vicente Flores Luque
Antes de que él llegara a la fiesta, el toreo, según dijo Lagartijo, era “o te quitas tú o te quita el toro”; sin embargo,  cuando él irrumpió en el toreo cambiaron los cánones y se dijo “ni te quitas tú ni te quita el toro si sabes torear”. Es más, Rafael Guerra, al verle torear, aseveró “darse prisa en verlo porque el que no lo vea pronto, no lo ve”; esta frase iba referida a un torero sevillano nacido en la calle ancha de la Feria, en la Macarena, y que se crió en Triana, por lo que llegó a ser conocido como “El Pasmo de Triana”. Se decía que hundía sus pies en el albero y llevaba al toro por donde quería, que su media verónica y sus molinetes fueron únicos pues le metía la cadera al toro y este crujía. Él fue, es y será, para la historia del toreo, Juan Belmonte.
Juan Belmonte mantuvo una gran rivalidad, en la plaza, con Joselito “El Gallo”, marcando lo que algunos críticos de la época dieron en llamar la edad de oro del toreo; llegaron a torear juntos más de doscientas cincuenta tardes y la rivalidad, según Juan, era en la plaza, fuera de ella decía que quienes realmente se peleaban eran los “gallistas” y los “belmontistas”; tanto es así, que cuando la tragedia de Talavera de la Reina en 1920, afirmó “José me ha ganado la pelea en la plaza”. Joselito forma parte de esa lista de grandes toreros que murieron en la plaza, cosa que no logró Juan. Es más, Juan se movía en los corrillos intelectuales de su época y en un momento dado Valle-Inclán llegó a espetarle “ahora, Juan, sólo te queda morir en la plaza”,  a lo que él contestó “se hará lo que se pueda, Don Ramón, se hará lo que se pueda”, pero no pudo ser.
Juan nunca dio un paso atrás; en la temporada de 1919, contando con los medios de comunicación de aquella época, realizó el paseíllo en ciento nueve ocasiones, cifra que algunos matadores llegaron a respetar durante bastante tiempo quedándose en ciento ocho, hasta que no hace muchos años, un torero de Ubrique, tal vez sin conocer el verdadero valor de tal cifra, la sobrepasó con creces.
Hace unas fechas, el pasado 8 de abril, se cumplieron cincuenta años de la trágica muerte de Juan Belmonte; la muerte siempre es trágica y la suya lo fue más, el poeta Manuel Benítez Carrasco la interpretó en estos términos: ¡Cómo pudo, cómo pudo,/ con un torero tan grande,/ un torillo tan menudo!/ Los pitones van torcidos,/ el plomo marcha derecho;/ aquellos te hirieron tanto,/ este, una vez, y estás muerto. No hay que decir como fue la muerte de Juan, pues en los versos del poeta “granaíno” aparece la palabra clave, “plomo”.
La “fiesta nacional” atraviesa una etapa convulsa, y en estos momentos de inicio de la temporada parece que evocar a una de las grandes figuras del toreo es el mejor homenaje que se le puede hacer a la fiesta y a la figura.
Vicente Flores Luque
Académico de Santa Cecilia.


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