«Desde 1850»: Lino Enea Spilimbergo
Llegué un poco tarde aunque me habían
avisado con tiempo. En la amplia sala de estar de la casa de Gustavo y Elisa
estaban, además, Lina y Aurora. Aurora es una joven de espléndido criterio
artístico y de gran formación intelectual. En el momento de mi llegada estaban
riendo por algo que les había contado el anfitrión. Después de aceptar mis
disculpas por mi involuntaria tardanza fui informado de que las risas procedían
de las respuestas que Gustavo había dado a una pregunta de Aurora. Le había
interrogado sobre esa clase peculiar de público que entra en un museo o en una
galería de arte pretendiendo hacerse pasar por un experto o entendido. Gustavo les había contado que para los
profesionales del mundo del arte era fácil conocerlos pero que los había con
tal despliegue de habilidades que eran casi de admirar. Dijo que aquellos que intentaban pasar como
entendidos, y cierto éxito en la impostura, tenían dos virtudes básicas, una de
ellas era su capacidad de lanzar faroles ─como un buen jugador de
poker─ y la otra, que eran conscientes de que la tarea era delicada y
exigía una buena memoria e inversión de tiempo. Las risas surgieron cuando
Gustavo les había realizado una pequeña dramatización de las posturas que
adoptaban cuando se situaban frente a una obra; se paraban a una cierta
distancia, fruncían los labios como en actitud de profunda reflexión, se
alejaban un poco otra vez, para después acercarse entrecerrando los ojos y
comentar algo en bullshit y aprendido
de memoria la noche anterior: "Creo que en esta pieza confluyen influencias
tan diversas como de Roy Lichtenstein y Francis Bacon, aunque con nuevas variaciones que se sintetizan a partir de
significados opuestos".
Elisa también añadió que un verdadero
simulador debe esforzarse en pronunciar muy bien los nombres de los artistas
extranjeros pues si lo hacen mal eso les delataría inmediatamente. Nos dijo que
la capacidad de engaño de esta gente estaba muy en relación a la cantidad de
frases-tipo que tenían almacenadas en su memoria y, claro, también en la
capacidad de colocarlas en el momento más adecuado y oportuno.
Gustavo nos dijo que en los museos
tradicionales a él le hacían sospechar aquellos individuos que sin venir muy a
cuento decían algo así como: "Me
encanta la Italia del Renacimiento; los artistas: Brunelleschi, Masaccio,
Tiziano, Donatello... ¡realmente me
conmueven!".
Aurora hizo la siguiente observación:
─Imagino que actualmente con Internet
estos impostores tendrán más fácil su tarea, ¿no?
─Cierto ─afirmo Gustavo─
ahora suelen buscar algún hecho poco conocido sobre el artista de que se trate
y cuando lo sueltan suelen impresionar a su público, y claro nadie sabe que eso
es lo único que saben de ese artista. ¡Ah! También son muy buenos en dar una
larga cambiada cuando la conversación se hace oscura y compleja para ellos,
entonces maniobran en la conversación para cambiar el tema y dicen algo así: "Sí, por supuesto... que me recuerda a
..." y desvían el asunto.
Le dije que había sido muy de mi agrado la
tertulia que dedicamos hace unos días a Cándido Portinari y que me gustaría
conocer a algún otro gran pintor iberoamericano.
─¡Vale! ─exclamo Lina─
Vamos a ver a otro, así dejamos un poco de lado a tanto alemán y a tanto
anglosajón.
─Yo apuesto por Lino Enea Spilimbergo
─propuso Elisa.
Gustavo hizo un gesto aprobatorio y dijo:
─Spilimbergo, sí, interesante. Pintor
importante, también muralista, grabador, litógrafo. Gran dibujante, de trazo
suave, sutil, de fina sensibilidad. Su obra es todo un trayecto por lo humano.
Rostros, figuras, que a veces discurren por paisajes arquitectónicos. Creo que
nació en Buenos Aires hacia finales del siglo XIX.
Aurora intervino y comentó lo siguiente:
─Conozco algo de Spilimbergo (1896-1964),
me gusta. Sus primeras obras respondían al típico lenguaje naturalista y se
inclinaba por representar áridos y desolados paisajes y personajes humildes de
las tierras interiores de Argentina. Efectivamente ─miró a Gustavo─
se dedicó mucho a la figura humana, a los retratos, a la naturaleza muerta y al
paisaje. Sin olvidar las escenas de crítica social.
─Recuerdo que se le citaba mucho como
pintor que siempre desconcertó a la crítica ─añadió Elisa─ y se le
adjudicaba una especie de doble personalidad. Una que era en su obra arrebatada,
lírica, sensual y espontánea y otra personalidad rígida, académica, deliberada
y mental.
En ese momento Lina exclamó:
─¡Cuánto sabéis! ¡Me tenéis agobiada!
Es la primera vez que escucho hablar de este pintor y resulta que vosotros lo
conocéis todo, ¡que barbaridad!
Nos reímos de su cómica intervención y
traté de animarla diciéndole que yo tampoco sabía nada de este artista al que
tanto parecían ellos conocer.
Gustavo observó:
─Lo extraordinario de este artista es
que su obra no era extrema; ni abstracta ni clásica y también estaba exenta de
sensibilidades barrocas, todo coexistía en él, era una hermosa combinación de
todo.
A mí me parecía que además de lo que
expresaba Gustavo, en sus obras se veía algo patético, algún drama oculto, de
sentimientos encontrados.
Regresé a casa, la luna era enorme y
parecía sonreír; se me ocurrió una pregunta inoportuna: ¿sabía sonreír
Spilimbergo?
Ignacio Pérez Blanquer
Académico de Santa
Cecilia
Me ha encantado el artículo, ha sido muy ameno,cada vez que habláis de falsos entendidos me hace mucha gracia. No conocía a este pintor y me impresiona la mezcla de estilos en sus obras¡¡¡ no sabría definirlo, ni quiero, ni sé¡¡ Bueno sí, me gusta¡¡
ResponderEliminarEl artículo me parece - otra vez más- soberbio. Es muy interesante el tema que tratas de los impostores en el mundo del arte. Sobre todo hay que tener mucha desenvoltura y caradura para actuar de crítico o experto sin serlo. En cuanto al pintor, Spilimbergo, me parece, también, muy interesante. Sus paisajes me gustan muchísimo, pero sus retratos me provocan inquietud, muchos de sus personajes tienen una mirada tan penetrante que inquietan.
ResponderEliminarNo conocía de nada a éste pintor.
ResponderEliminarSu obra, curiosa e interesante
charo Mtbez-Carande
No recuerdo a este artista pero me ha encantado conocer parte de su obra. y "ME GUSTA"; ádemás tambien me gusta la crítica constructiva entre Ignacio y sus grandes amigos. Muchas gracias por trasmitirnos tan bellos conocimientos Amigo Ignacio. Como siempre digo: FELICIDADES Y SIGUE ASI!!!!
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