La Metamorfosis, Kafka, 100 años
Al niño le gustaba estar a mi izquierda mientras
escribía en el ordenador, parecía que le fascinaba ver como las
letras, y palabras, corrían por la pantalla mientras yo apretaba las
letras del teclado.
─¿Qué haces abuelo? ─preguntó inquisitivo
enarcando una de sus cejas.
─Estoy escribiendo sobre un cuento que tiene un
nombre raro y que un hombre escribió hace ahora 100 años.
No tardó muchos segundos en volver a la carga,
mientras las palabras seguían apareciendo en la pantalla.
─¿Un cuento? ¿Y cómo se llama?
Dejé de teclear para mirarlo y ver cómo
reaccionaba al pronunciar el título.
─La Metamorfosis ─le dije despacio,
silabeando y mirando su cara. Ni siquiera pestañeó.
─¿Me lo cuentas?
Ahora, paré de escribir para mirarlo. Sonreí sin
sorprenderme. Y esperé unos instantes antes de responderle. Mi
cabeza se agitó, noté que me veía envuelto en un difícil compromiso.
─¿Y si te da miedo? Es de un hombre que se
convierte en un bicho asqueroso, en un escarabajo pelotero gigante,
¿no te da asco?
─No abuelo, a mí me gustan los bichos, también
los dinosaurios, tengo muchos en una caja.
─Un día un hombre quiso levantarse de la cama muy
temprano para irse a trabajar, se llamaba Gregor Samsa, pero no pudo
hacerlo porque se había transformado en un insecto gigante con
caparazón y muchas patitas y estaba tendido en la cama sin poder
darse la vuelta. Su voz también cambió y le salía muy rara. Sus
padres y su hermana se asustaron mucho aunque aún no le habían
visto porque tenía la puerta cerrada con llave por dentro. Al cabo
de un rato se pudo levantar de la cama y con muchas dificultades
abrió la puerta de la habitación. Todos salieron corriendo al
verlo. Un empleado de su trabajo, que había ido a ver qué le pasaba
para saber por qué no había ido a trabajar aquella mañana, salió
corriendo espantado y gritando.
─Abuelo, ¿y cómo el escarabajo pudo abrir la
puerta? ¿Se agarraba a la llave con todas las patas?
─Es que era como una persona de grande, pero sí que es verdad que le costó mucho trabajo y mientras daba la vuelta a
la llave también giraba su cuerpo entero. También le gustaba mirar
por la ventana. Cuando se acostumbró a tener el cuerpo de bicho,
reptaba por las paredes, ajustaba su cuerpo y su extraña cabeza al
hueco de la ventana de su habitación y miraba a la calle que se
llamaba Charlottestrasse que era ancha y bonita. Miraba también al
edificio de enfrente, un hospital con una gran hilera de pequeños
balcones todos iguales. Pronto perdió la voz y ya no pudo hablar
más. Su hermana Grete era la que lo cuidaba un poco, entraba en la
habitación ordenaba algo y barría. Y le ponía comida en el suelo,
pero el insecto comía poco cada vez menos.
─¿Por qué no le ponía flores? Abuelo, los
bichitos quieren flores para comer y, a lo mejor, también esos
polvitos que le pongo a mis peces por la mañana, pero poquito.
Abuelo, a los peces hay que ponerle un poco nada más.
No sabía muy bien como seguir contándole y le
dije:
─¿Te gusta el cuento?
Afirmó con la cabeza y preguntó:
─¿Y dormía en la cama?
─Creo que no, eso no lo sé. Aquella cucaracha se
sentaba como podía en el sillón de cuando era persona. Cuando
entraba su hermana en el cuarto, él se tapaba con una sabana para
que a Grete no le diera asco verlo. También soltaba por allí un
líquido blanco y pegajoso; repugnante. Un día salió de la
habitación y su padre le tiró una manzana que se le clavó en el caparazón.
─¿Era negro?
─¿El caparazón? Tampoco lo dice la novela, no se
sabe si era negro o de otro color, pero me lo figuro negro.
─¿No era un cuento?
─Bueno, es un cuento largo y entonces se le puede
llamar novela.
─Un día decidieron quitarle todos los muebles y
se sintió contento y entonces se dio cuenta de que ya era un insecto
total.
─¿Era como una cucaracha grande? ¿Y qué pasa
después?
─Todo es un poco triste, ya la hermana no lo
quiere cuidar. Entran en la casa tres hombres a vivir allí, y llenan
la habitación de Gregor de trastos y muebles inservibles, como si
aquello fuese un desván. Están abandonando al bicho dentro de su
cuarto.
─Abuelo. ¿Y los hombres no tienen miedo al
insecto grande?
─Es curioso, no le tienen miedo, casi ni lo toman
en cuenta. Lo ven un día que Grete tocaba el violín en el salón y
el bicharraco salió a escucharla. Aquel día hay una pelea y el
padre quiere matar al escarabajo.
─¿Lo van a matar con un matamoscas muy grande?
─Me mira con cara de asombro.
─No lo dicen, pero el animal se va muy triste a la
habitación y allí se muere. La familia se marchó de aquella casa y
comenzó una nueva vida.
─¿La manzana la tenía clavada en la espalda
todavía? ─Ahora él me sorprendió a mí acordándose de la
manzana.
─Sí, ya estaba podrida, pero aún la tenía
clavada en el caparazón.
Se tocó la cabeza, la dobló un poco al mirarme y afirmó:
─Se le infectaría… por eso murió.
Ignacio Pérez Blanquer
Académico de Santa Cecilia
Bordado, profe. Ahora me voy a descargar el cuento para leerlo. Así se crea afición a la lectura, sí señor.
ResponderEliminarMe ha encantado, voy a leerlo también. Gracias Ignacio.
ResponderEliminarGenial. Simplemente genial
ResponderEliminarBuenísimo!!!
ResponderEliminarJefe, me ha gustado desde el título hasta la última palabra.
Hay que escribir más.
Magistral post. Un cuento para contarnos la historia de una de las obras maestras de la literatura universal como es la Metamorfosis de Kafka. Cuento tan real, tan instructivo que es una delicia leerlo. Felicidades
ResponderEliminarGenial artículo del profesor Ignacio Perez Blanquer,en el que demuestra,una vez más ,su habilidad para convertir en sencillas las cosas que para algunos pueden resultar complicadas. Magnifica y tierna utilización del niño para lograr su objetivo.Enhorabuena .
ResponderEliminarNo puedo añadir mejores calificativos que los ya expuestos, ni puede recrearse mejor y más tiernamente la truculenta historia del genio Kafka.
ResponderEliminarIgnacio de nuevo FELICIDADES. Magnífica forma de recordarnos un clásico que sin duda volveré a releer. Gracias por permitirnos compartir tus escritos.
ResponderEliminarPara premio, lo he leído dos veces y lo voy a leer más, me ha encantado, qué bonito!!
ResponderEliminarEspero que se sigan escribiendo más artículos sobre tan gran literato como fue Kafka.
Magnifico!!! Precioso cuento de una novela que hace tiempo que leí y me pareció repugnante, pero al leer el cuento y detenerme en la sabiduría del abuelo y la curiosidad inagotable del niño, mis idean metamorfean, cambian.... Gracias, Ignacio. Eres un gran maestro.
ResponderEliminarMagnifico!!! Precioso cuento de una novela que hace tiempo que leí y me pareció repugnante, pero al leer el cuento y detenerme en la sabiduría del abuelo y la curiosidad inagotable del niño, mis idean metamorfean, cambian.... Gracias, Ignacio. Eres un gran maestro.
ResponderEliminarMe ha encantado. Gracias por este cuento que nos refresca esa maravillosa obra que hace tantos años que leimos.
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