23 de abril Día del Libro. El Corazón de La Mancha a los Ojos de un Caballero Soñador

 Estas letras son un pequeño homenaje a una fecha muy especial para los amantes de las letras. Todo comenzó en 1926, cuando se celebró por primera vez el Día del Libro. Apenas cuatro años después, en 1930, se eligió de forma definitiva, el 23 de abril, como la fecha para rendirle tributo a los libros, que tanto nos acompañan y enseñan.



EN ALCÁZAR DE CERVANTES
En un lugar de La Mancha... ¡Ay, Sancho! ¡Más de 156.220 jornadas han pasado desde que esas palabras vieron la luz! Dicen algunos de los investigadores cervantistas que, fue el mismísimo encantador, autor de mis hazañas, quien tomó la péñola con su diestra mano, tiznándola de negra tinta. Mas otros eruditos sostienen que, como él mismo confesó en el prólogo, no fue padre, sino “padrastro” de este mi relato. Y así, con voz firme y fluida, dictó mis aventuras a un omnisciente escriba. ¡Cuánta controversia rodea mi nacimiento literario, Sancho!

El sol estaba ahí, casi parado, como si no tuviera muchas ganas de moverse. El reloj marcaba la duodécima hora. Al menos eso parecía, pero… ¿a esa hora quién se preocupa por eso? A veces me pregunto si el tiempo importa tanto como decimos, o si solo es una excusa más para justificar lo que hacemos.

Don Quijote y Sancho estaban allí, en la calle Cautivo de Alcázar de San Juan, mirando una antigua casa vieja que ahora es un Museo. La Casa del Hidalgo, dicen. Pero antes, ¿qué era? Me contaron que le llamaban “La Casa del Rey”. Pero ahora ya no se nota. Todo está tan bien cuidado que cuesta imaginar otra historia. Me siento como atrapado en un sueño, incapaz de creer lo que veo, y me pregunto si realmente estoy despierto o soy un alma cándida.

Museo "La Casa del Hidalgo" Alcázar de San Juan

DON QUIJOTE
—Sancho… no sé, es raro—dijo de repente—. Cada cara que vimos por los caminos, alguna de ellas embarduscadas, mientras veníamos atrochando por los senderos, sufriendo un poco el biruji hasta llegar aquí, parecía llevar una historia a cuestas. Y no sé si era real o si mi cabeza me estaba jugando una mala pasada. El viejillo de hoy… ¿lo viste? Llevaba puesta una goina llena de negrura y esa mirada… como si supiera algo de nadie más ve. ¿Y aquella chica que nos sonrió?

El día va pasando sin apuro, como si no tuviera ninguna obligación. A pesar de estar cerca de la iglesia y el convento de San Francisco no se oyen ni campanas, ni gritos. Nadie corre por las calles. Nadie parece tener prisa. Vamos, ven conmigo, vamos a dar un paseo por nuestro pueblo: Alcázar de San Juan. Aquí todo está en su sitio, como debe estar. No hace falta correr, pero tampoco se para el mundo. No es que falte nada, es que nadie tiene prisa. No hay ruido de más, no hay agobios… pero sí hay movimiento. Un ritmo tranquilo, como si todos supiéramos cuándo es el momento justo para hacer las cosas.

Sancho, ¿qué procesión es esa que aguarda con tanta paciencia? ¿Qué buscan esos buenos hombres y mujeres? Ah, ya veo, se congregan en la Plaza de España para celebrar el día del libro, y algunos de ellos se deleitan leyendo nuestras andanzas. ¡Vive Dios! ¡Cuánto me place que nuestra historia siga cautivando a tantos! ¡Vamos, ¡Sancho, acerquémonos y veamos qué pasajes le mueve a tanta devoción!"

Plaza de España. Alcázar de San Juan

Mira esas tiendas cumpliendo con su papel de punto de encuentro para la gente de la comarca. Vienen de los pueblos de alrededor a hacer sus compras, como se ha hecho desde hace siglos Y eso, créeme Sancho, también tiene su magia.

Aquí no hay castillos ni tesoros ni nada de eso… pero si bodegas, oye, amigo, la gente vale más que todo eso junto. Y aunque no anden regalando coronas, te dan lo que sí importa: una sonrisa, una mano tendida cuando hace falta.

Y ese tren... ese que se escucha desde lejos, como avisando “ya estoy aquí”. No importa a dónde va, de verdad. Lo bonito es que siempre aparece. Cruza los campos, tranquilo, sin apurarse, pero con la certeza de que sabes que llegará. Aunque a veces, uno no siempre sepa a dónde lo lleva.

Sancho, mira: la gente no presume. Nadie anda diciendo “mira lo que tengo” o “mira quién soy”. Pero si necesitas algo, ahí están. No hacen alarde, no hacen preguntas. Solo ayudan. Lo más valioso aquí está en las personas. En lo que dan, sin esperar nada a cambio. ¿Qué más se puede pedir?

Las calles, las plazas, los parques, los molinos… son sencillos, pero tienen el alma de la ciudad. Las tortas… horneadas con esmero en la calle Juan de Dios Raboso, no son solo alimento. Son un gesto. Un saludo envuelto en chocolate, azúcar y calor. Son como un abrazo, pero que se come.

La cultura, el deporte, el arte… están por todos lados. Aquí las letras, las ciencias, la pintura, la música, la poesía… todo forma parte de la gente. Y en el Complejo Polideportivo Municipal, ves a los jóvenes —y a los no tan jóvenes— entrenando con ganas, como si fueran caballeros preparando una batalla.

Complejo Deportivo Municipal. Alcázar de San Juan

En esta tierra, la tradición y la devoción van de la mano, es parte de la vida. Las festividades llenan de alegría a sus vecinos: el Carnaval de Alcázar, las Fiestas de Moros y Cristianos, las Fiestas Patronales y la Semana Santa… todo se celebra con alegría.

La ciudad crece como un roble fuerte, sin perder su esencia. Hay un gran hospital universitario, tecnología, hay sostenibilidad, hay emprendimiento. Se trabaja por un futuro mejor: más verde, más conectado, más habitable. No se trata de hacer más ruido, sino de que los vecinos puedan vivir mejor.

"¡Oh, buen Sancho! ¡Cuánta satisfacción me embarga el alma al contemplar la gloria que hemos alcanzado, pasados cuatro siglos y aún más! Ahora, estos eruditos de la Sociedad Cervantina de Alcázar de San Juan, trabajan con fervor y pasión para que nuestra historia sea reconocida por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Estoy seguro, ¡Sancho, que miles de voces se alzarán en apoyo de su noble iniciativa! ¡Vive Dios, que nuestra aventura no caerá en el olvido!"

La Sociedad Cervantina en la Academia de Bellas Artes de El Puerto

SANCHO PANZA
Totalmente achicharrao, a punto de darle un jamacuco, y mirando al suelo, como si buscara una piedra que no está, fiel a su estilo, con voz ronca y como buen golismero, soltó:

—Oiga, señor —en mala era ha puesto el carro, No sé si comprendí todo, pero algo se me queda. No hace falta tener muros ni construcciones grandiosas para ver que este lugar es realmente especial. No soy de entender las cosas a la primera, pero lo que usted dice... me suena a esa sensación que uno tiene al llegar a un sitio y lo siente… como si dijera: "aquí me quedo".

Y ahora, si me permite soñar un poco… le diré que, si en la sede de la Sociedad Cervantina de Alcázar me invitan a una buena almorzá, con queso y lomo de orza, seguido de pipirrana, duelos y quebrantos, y una caldereta de cordero... y pa´ rematar, una bizcochá bien esponjosa… y todo con el vino Hideputa, pues mire, sería el hombre más feliz del mundo. Aunque luego me dé el soponcio y me quede echando regüeldos y degüeltos. No me haría falta ni escudero ni montura. Brindaría por los buenos cervantinos, esos que trabajan para que nuestra historia siga viva, más viva que un gallo en las fiestas de Villamor de los Escudero.

Alcázar de San Juan ¡ea! es un sitio ideal. No se necesita oro pa” saber que esto es un lugar auténtico. La gente... bueno, no son perfectos, pero tienen corazón y hacen que el lugar tenga alma. Y con eso, Señor... a Sancho Panza ya lo han ganado.
Antonio Leal Jiménez
Académico de Santa Cecilia
23 de abril de 2025

Escenas de Don Quijote. Flora Díaz Hurtado en el papel de Altisidora.
Academia de Bellas Artes Santa Cecilia. El Puerto de Santa María. 

Comentarios

  1. Flora Díaz Hurtado25 de abril de 2025, 3:59

    ¿Que significado tiene la palabra "embarduscada" Pregunta para el académico D. Antonio Leal

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    1. Entiendo, por el contexto, que es una palabra del Quijote, cuyo significado antiguo ha desaparecido. Podría ser "embarrada", "embadurnada"...

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