«Desde 1850»: Lino Enea Spilimbergo
Llegué un poco tarde aunque me habían avisado con tiempo. En la amplia sala de estar de la casa de Gustavo y Elisa estaban, además, Lina y Aurora. Aurora es una joven de espléndido criterio artístico y de gran formación intelectual. En el momento de mi llegada estaban riendo por algo que les había contado el anfitrión. Después de aceptar mis disculpas por mi involuntaria tardanza fui informado de que las risas procedían de las respuestas que Gustavo había dado a una pregunta de Aurora. Le había interrogado sobre esa clase peculiar de público que entra en un museo o en una galería de arte pretendiendo hacerse pasar por un experto o entendido. Gustavo les había contado que para los profesionales del mundo del arte era fácil conocerlos pero que los había con tal despliegue de habilidades que eran casi de admirar. Dijo que aquellos que intentaban pasar como entendidos, y cierto éxito en la impostura, tenían dos virtudes básicas, una de ellas era su capacidad de lanzar faroles ─co